Silencio de hoy, muerte de mañana
Por el Pbro. José Guillermo Mariani
Hay oportunidades en que las palabras matan. Hay otras, en que matan los silencios. Y eso nos está sucediendo. El descubrimiento de la estrecha relación entre todos los sistemas naturales, que ayuda a su preservación y a la eficacia de sus beneficios fue un boom del siglo XX sembrado de tantas tragedias de muerte. Un descubrimiento que nos permitía entrar al siglo XXI protegidos por la conciencia ecológica que comenzó a despertarse. La educación en todos sus niveles y campos se dejó penetrar por esta conciencia y se escribió y se publicitó de manera tan insistente el tema, que nuestros niños comenzaron a ser agentes de defensa de la naturaleza y se dio el caso de que nos reprocharan las costumbres adquiridas desprejuiciadamente por nosotros los adultos en la contaminación del ambiente con muchos de nuestros usos habituales. Nos restregamos las manos satisfechos. Todavía sonreímos cuando un niño nos advierte que no quememos el pasto cortado para embellecer nuestro patio, porque el humo contamina el ambiente.
Pero todo este boom conscientizador ha sido en realidad un blef (para seguir usando términos ingleses.) Porque la preocupación por las cosas mínimas con las que se pretendió colaborar al saneamiento del ambiente nos sirvió de entretenimiento, mientras las grandes empresas multinacionales preparaban sus técnicas para envenenar en serio, nuestra tierra, nuestros ríos , todas nuestras reservas naturales. Investigaciones satelitales para descubrir los depósitos de oro y cobre y una vez localizados, búsqueda de argumentos y cómplices locales para hacer contratos de explotación sin condicionamientos, con la falsa y cautivante promesa de convertir esas acciones en fuentes de trabajo y progreso de la región. Maniobras de pretendida defensa contra los terrorismos internacionales para comprar tierras y utilizar la expropiación que lleve a la posesión de los mejores depósitos acuíferos. Establecimiento de industrias sumamente productivas de materiales tan necesarios como el papel sin el que la cultura no podría avanzar, Todo esto en silencio y con silencio de los grandes responsables.
Y comenzó el grito de los ambientalistas y de las víctimas. Y a veces fue necesario vencer las represiones que constituyen el gran argumento de los poderosos, con actitudes agresivas y ofensivas a diversos intereses privados o nacionales. La actitud posterior a ser desenmascarados, es siempre aparentemente preocupada por el diálogo y la paz. Y se producen postergaciones y plazos para aquietar los ánimos. Y silencios. Hasta que un día repentinamente salta la liebre. Y aparecen descaradamente las máquinas y los capitales y el cianuro para la explotación a cielo abierto de los depósitos auríferos y la contaminación de las fuentes de agua de la montaña y la desertización de extensas regiones.
Peleamos un día por Malvinas. Y por esta expropiación de las tierra, del aire, del agua y de las vidas ¿cuándo vamos a pelear? Muchos lo están haciendo En Esquel, en Mendoza, en Tierra del Fuego, en Jujuy y Salta. Pero hay silenciadores que funcionan desde los bolsillos. Y el poder central no reacciona contra esas depredaciones. Por eso hay que seguir gritando a riesgo de exagerar las exigencias y de que se politicen las movilizaciones. Porque es evidente que sin estos recursos las multinacionales de la minería, el petróleo, el papel no adoptarán las medidas posibles y necesarias para la explotación de las riquezas naturales con métodos que disminuyan o anulen la contaminación, aunque les resulte más costoso. Y el silencio ya está engendrando y engendrará muerte.
José Guillermo Mariani (Pbro)
www.lacripta.org.ar
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